Abandono: la herencia del padre
o
La herencia del padre: abandono y literatura
David Ochoa Solís
Tengo un animal singular
mitad cordero, mitad gatito.
Es una herencia de
mi padre.
“Un cruzamiento”,
Franz Kafka
I
Se podría considerar que la
herencia de nuestro padre, nuestro patrimonio, es necesariamente un abandono. Herencia y orfandad provienen posiblemente de la
misma raíz.[1] De igual
origen deriva también la palabra abandonado. Heredero y abandonado tuvieron seguramente
un sentido primero que no escapaba al devenir de la vida: usualmente se hereda
de quien muere; al mismo tiempo que heredamos perdemos. ¿Cuán aceptable nos
resulta la pérdida? ¿Qué heredamos? ¿Podemos superar el abandono?
Las obras literarias pueden
operar como “…grandes organizadores de la experiencia humana” (Wilson, E. 2007:
777), una de ellas es la muerte del padre y la herencia ¾material y simbólica¾ que recibimos y elaboramos. Alentado por la
perspectiva de Walter Benjamin sobre las obras de Franz Kafka ¾especialmente sobre los relatos “La metamorfosis” y “Un Cruzamiento”¾, analizaré en este último, así como en la novela Patrimonio. Una historia verdadera de
Philip Roth y en la memoria Entre ellos,
de Richard Ford, las formas como estos textos literarios proponen un sentido para la muerte del padre, así
como para el patrimonio que heredan.
Patrimonio y Entre ellos narran
de diferente manera la muerte del padre.[2]
“Un cruzamiento” se ocupa solamente de la mirada del hijo sobre lo que el padre
le heredó. Los textos de Roth y Ford son más cercanos. En la novela de Roth el padre lucha con
un tumor pretendidamente benigno que presiona el nervio facial y el cerebro, y que eventualmente causa su muerte. El texto memorialístico de Ford se
compone de dos partes que fueron escritas con treinta años de diferencia: la
primera ¾“Su muerte. El recuerdo
de mi padre”¾ sobre el su progenitor,
un agente viajero que murió en 1960 cuando Richard Ford tenía 16 años. Patrimonio y Entre ellos son narrados en primera persona y se utiliza en ambos el
nombre del escritor como narrador.
“Un cruzamiento”, como los
textos de Roth y Ford, es un relato / una
narración en primera persona. No hay, sin embargo, el propósito de hacernos
sentir lo narrado solamente como la experiencia de un individuo identificable
con el narrador, más bien busca que desprendamos, como de una parábola, una
enseñanza moral. Volveré a ello más adelante.
En el relato de Franz Kafka
el padre hereda un extraño animal ¾“...mitad gatito, mitad cordero. Lo heredé con una de
las propiedades de mi padre” (2001: 94), dice el narrador¾. Primero se comportaba más como cordero, después se
equilibraron las conductas. Cuando van niños de visita se formulan preguntas
sobre el animal. Por momentos parece que el animal pide ser sacrificado, pero
como es una herencia no debe hacerlo.
II
En Patrimonio el abandono se empieza a fraguar con la transformación
del padre ante la cercanía de la muerte. El padre ya no es lo que era, PR lo va
reconociendo sin dejar de sorprenderle como ahora el padre no concede atención a
lo que antes le parecía relevante,
“…cosas que le habían entregado las personas a quien él más quería, como
muestra de su afecto” (p. 90). La muerte es el abandono consumado: el padre
muere y PR se queda solo. Y lo que más
apreciaba de él es lo que desaparece, “la supervivencia, la calidad de sobreviviente,
el sobrevitalismo” (sic) (p. 125).
La herencia ¾tanto la que efectivamente recibió como la que le pudo
otorgarle el padre¾
la integran el cuenco de afeitarse, el dinero que ahorró y dejó a los hijos, y
finalmente los tefelines, (en inglés tefillin, “The phylacteries worn by Jewish men” TAHD, 1844; phylacteries,
“boxes containing Torah verses worn by some Jews when praying”, Wikipedia). AQUÍ
puede venir el origen judío de la familia y como tanto PR como su padre eran ya
poco judíos.
El cuenco era un objeto que
había pertenecido al abuelo, “[Y]a en 1988, lo que verdaderamente me sorprendía
del cuenco, era que mi padre no lo hubiese tirado o regalado” (p. 28). Del
abuelo al padre y de este al hijo: la herencia es irrenunciable y también
inaceptable. Es como si uno no pudiera desprenderse de la herencia paterna.
Philip Roth era ya un escritor
más que medianamente acomodado cuando su padre muere. El progenitor le comunica
que tiene ochenta mil dólares y que piensa dejarlos por partes iguales a sus
dos hijos; el novelista le dice al padre que él tiene suficiente dinero, que se
lo debe dejar al hermano. Sin embargo cuando el padre muere la herencia es como
un rechazo: “…: me sentí repudiado, y el hecho de que mi eliminación del
testamento fuera consecuencia de una decisión mía no contribuía en nada a
suprimirme la sensación de haber sido apartado de su seno” (p. 104).
Finalmente los tefelines
imbrican a la cultura más como un todo. (El padre de PR había nacido en Newark
a finales del siglo XIX, el abuelo Bert emigró de Europa a principios de…, EXPLICAR).
Y tampoco se los dejan a él y ello le resulta incomprensible. “No le
pregunté por qué no me los había dado a
mí. No le pregunté por qué en lugar de devolverme todas las servilletas y todos
esos manteles y salvamanteles, no me
había dado los tefelines” (p. 96). Esta parte del patrimonio no heredado puede
mirarse simultáneamente como un acto de despojo. Al negarle los tefelines simbólicamente le sustrae una
parte de la cultura.
III
El padre de Richard Ford era
un agente viajero que vuelve a casa los fines de semana; el abandono inicial del
hijo son esas ausencias cíclicas. Cuando
el padre se va, el mundo desaparece, y solo toma su rumbo cuando vuelve: “La
vida es tan festiva como uno puede imaginar. Mi padre ha vuelto a casa otra
vez” (p. 13).
Las ausencias vuelven al
padre un desconocido. RF mira una fotografía del padre cuando joven y se
pregunta: “¿Estaba nervioso en esa fotografía? ¿Entusiasmado?¿tenía miedo a
fracasar? ¿Por qué, se pregunta uno, había dejado la diminuta Atkins (la
capital mundial de los encurtidos), de donde era oriundo? Todo son incógnitas.
(…). No sé como lo veía la gente” (p.
17). El padre es una incógnita. Comprender ese misterio es algo que lo afecta profundamente: “La
comprensión incompleta de las vidas de nuestros padres no es algo que les
afecte a ellos. Nos afecta solo a nosotros” (p. 28).
La vida del padre es como una
negación de la vida del hijo y de la madre, “Pero lo que importaba aquí
realmente, y lo que nos importaba a mi madre y a mí, era cómo percibía él la
vida y cómo la vivía” (p. 68). Cuando el
padre muere todo cambia “Cuando mi padre murió, todo cambió…”. Su muerte es
como una doble privación, “Mi padre, como he dicho, nunca había estado mucho en
casa a causa de su trabajo, y esta nueva ausencia -la muerte- …” (p. 111).
Pierde al padre y pierde lo que el padre inspiraba en él de vida.
IV
Walter Benjamin mira la obra
de Franz Kafka
ENSAYO. Walter
Benjamin. Iluminaciones, “Franz
Kafka. En el décimo aniversario de su muerte” (pp. 153-184). “Pero nunca serán más terribles que cuando surgen
de la más profunda degeneración, que no es otra que la de los padres” (p. 157),
“Son muchos los indicios que demuestran que, para Kafka, el mundo de los
funcionarios y el de los padres son en realidad idénticos” (p. 157); “El padre
sancionador es asimismo el padre acusador y el pecado del que acusa al hijo
vendría a ser una especie de pecado hereditario” (p. 158); “No para los
animales, ni siquiera para esos híbridos o seres enmarañados, como el
cordero-gato de “La cruza” o el de Odradek. Todos ellos viven más bien en el
anatema de la familia. No en balde Gregorio Samsa se despierta convertido en
bicho precisamente en la habitación familiar; no en balde el extraño animal,
medio gatito y medio cordero, es un legado de la propiedad paternal;…” (p. 160)
Bibliografía
Benjamin, W. (2018) Iluminaciones. Madrid: Taurus.
Ford, R. (2017) Entre ellos. Barcelona: Anagrama.
Kafka, F. (2001) La muralla china. Cuentos, relatos y otros
escritos. Madrid: Alianza Editorial.
Roth, P. (2019) Patrimonio. Una historia verdadera.
Barcelona: Debolsillo.
Wilson, E. (2007) Edmund Wilson. Literary Essays and Reviews
of the 1930S & 1940S. New York: The Library of America.
ENTRE ELLOS
Cuando el padre se va,
literalmente se va, el mundo desaparece, y solo toma su rumbo cuando vuelve:
“La vida es tan festiva como uno puede imaginar. Mi padre ha vuelto a casa otra
vez” (p. 13)
Hay como un temor por lo que
el abuelo fue, y que el padre también podría ser: “Estaba también el terrible
mal genio, un tanto iracundia como estallido y arrebato, a causa de
frustraciones por las cosas que no podía hacer: insatisfacciones íntimas,
posiblemente como las que habían llevado a su joven padre a sentarse en el
escalón del porche una noche de luna del
verano de 1916, después de haber perdido la granja por culpa de unas
malas inversiones, y, desesperado, quitarse la vida con veneno.” (p. 16)
El padre es una incógnita:
“Son los años veinte. Ha venido a la ciudad desde el campo, con todas sus
virtudes campesinas. ¿Estaba nervioso en esa fotografía? ¿Entusiasmado?¿tenía
miedo a fracasar? ¿Por qué, se pregunta uno, había dejado la diminuta Atkins
(la capital mundial de los encurtidos), de donde era oriundo? Todo son
incógnitas.” (. 17) “No sé como lo veía la gente” (p. 17)
El mundo de los padres le
afecta a los hijos. “Y todo era mucho más complejo de lo que digo. No hay duda.
Lo que no sé no puede en rigor considerarse
un rasgo de su persona. De mi padre. La comprensión incompleta de las vidas de
nuestros padres no es algo que les afecte a ellos. Nos afecta solo a nosotros”
(p. 28)
“Escribir una memoria y
considerar la importancia de otro ser humano (…) Pero la forma en que yo, su
único hijo, puedo valorar e individualizar mejor la vida de mi padre y sus
virtudes es verlo tal cual él la vivía a mis ojos, …” (pp. 54-55).
PATRIMONIO
La muerte implica abandono:
“Ellos se han ido y nosotros, por el momento, aquí estamos” (p. 21)
“… por todo lo que me frustró como, hijo suyo,
durante la adolescencia..” (p. 16)
La herencia puede ser / sonar
como una maldición. “;…entre todo ello vi el cuenco de afeitar que antaño
perteneció a mi abuelo; ...” (p. 26)
La herencia del padre: “Ya en
1988, lo que verdaderamente me sorprendía del cuenco, era que mi padre no lo
hubiese tirado o regalado” (p. 28) Y es como si uno no pudiera desprenderse de
la herencia paterna.
El abuelo también es un
misterio. “Sender Roth fue para mi, de pequeño, una presencia remota y
misteriosa,…” (p. 27).
Imagen del padre, carente de
empatía: “…; estaba sencillamente, haciendo lo que toda su vida había hecho:
superar la dificultad siguiente. Media hora antes habíamos enterrado el cuerpo
de mi madre” (p. 31
El primitivismo del padre.
“Fue el primitivismo de mi padre lo que más sorprendido me dejó” (p. 32)
La imagen del padre: “Nunca
fue capaz de comprender que una capacidad de renuncia y de férrea
autodisciplina como la que él poseía eras algo absolutamente extraordinario,
que no estaba al alcance de todo el mundo” (p. 79)
La imagen del padre “(El
empleaba <<hock>>, un verbo tomado del yiddish que, en este contexto, significa dar lata, doblegarle la
voluntad a alguien, dejarlo aturdido a base de advertencias y órdenes y quejas;
en pocas palabras: usar las palabras a modo de barrena para abrirle un agujero
en la cabeza.)” (p. 79)
El abandono también puede ser
que el padre ya no es lo que era. “Pero lo acepté sin decir nada. Poco a poco, fui
reconociéndolo todo, sin que dejara de sorprenderme, en cada ocasión, la poca
relevancia que para él tenía el valor sentimental ¾y material también¾ de unas cosas que le habían entregado las personas a
quien él más quería, como muestra de su afecto” (p. 90)
Es la idea de WB de el que
hereda ya es como el padre “el pecado” hereditario: “..porque yo también podía
serlo, porque no en balde era su hijo” (p. 91) PR tampoco reconoce el valor de las cosas que te dan quienes te
aman.
Es incomprensible porque no
le dejó la herencia que él quería. O porque le dejó lo que le dejó. “No le
pregunté por qué no me los había dado a
mí. No le pregunté por qué en lugar de devolverme todas las servilletas y todos
esos manteles y salvamanteles, no me
había dado los tefelines” (p. 96); “Por qué no se le había ocurrido darles los
tefelines a Seth o a Jonathan era más fácil de comprender que por qué no se le
había ocurrido dármelos a mí.” (p. 98)
La herencia es como un
repudio: “…: me sentí repudiado, y el hecho de que mi eliminación del
testamento fuera consecuencia de una decisión mía no contribuía en nada a
suprimirme la sensación de haber sido apartado de su seno” (p. 104)
La herencia no es lo que
quería, no podemos saber que queremos que nos hereden: “Para mi propia consternación,
ahí junto a mi padre y su última voluntad y testamento, me di cuenta de que
quería parte de aquel excedente (…) quería el
dinero porque era suyo y yo era su hijo…” (p. 104)
¿Por qué no merece lo mejor? Es como el animal
de “Un cruzamiento” de FK que ya no
podrá tener descendencia: “¿No creía
merecerlo? ¿Consideraba que mi hermano y sus hijos eran más dignos herederos
que yo, quizá porque mi hermano, por haberle dado nietos, poseía más
legitimidad, en cuanto a heredero de un padre que el hijo sin descendencia?”
(p. 105)
No es capaz de reclamar lo que le pertenece: “Y, no
obstante, enseguida descubrí que no me resultaba posible pedir eso.” Eso es una parte del dinero.
No está conforme con lo que
le hereda: “<<Esta lista es para mí. Me conformo con esta lista y
el cuenco de afeitar.>>” (p. 113)
El objeto material que le
hereda el padre: “ ¾Toma ¾me dijo¾. Llévate esto a casa. [en el renglón siguiente]
Abajo, en el coche, abrí el paquete y encontré el cuenco de afeitar de mi
abuelo.” (p. 118)
Lo que apreciaba de su padre
era la capacidad de sobrevivir. Y se muere el padre. “lo que yo en ambos
apreciaba: la supervivencia, la calidad de sobrevivientes, el sobrevitalismo”
(p. 125)
Y efectivamente ya recibió la
herencia, como dice WB: “Lo llevas adentro, también, una cierta
implacabilidad que te viene de él”. (p. 126)
Somos los hijos que somos:
“Yo, en cambio, pertenezco a la horda incapaz de pegar. No somos así y no
podemos hacerlo, no podemos pegarle a nuestro padre, ni a nadie. Somos los
hijos abrumados por la violencia…” (p. 158)
La distancia entre los padres
y los hijos: “…desgarrador abismo que se abre entre nuestros padres y
nosotros…” (p. 159)
Yo soy el padre mío. ¿Quién
se muere cuando muere el padre? “…: la vehemente, aunque demencial convicción
de que mi padre se hallaba dentro de mi, de algún modo,…” (p. 160)
¿Cuál fue el patrimonio que
le dejó? La mierda. “De modo que esto
era el patrimonio. Y no por que limpiarlo simbolizaba alguna otra cosa, sino
precisamente porque no, porque no era sino la realidad vivida que era” (p. 174)
La imagen de su padre es la
de “el padre”, “Mi padre no era un padre cualquiera, era el padre, con todo lo detestable y todo lo digno de amar que hay
siempre en un padre” (p. 179)
Si nuestro padre está débil.
Su hermano dice cuando el padre ya ha muerto “¾Philip es como una madre para mi.” (p. 179).
El padre es la lengua vernácula, la que no tiene poesía:
“El me enseñó la lengua vernácula. El era
la lengua vernácula, despoética [unpoetic
en inglés] y expresiva y a bocajarro, con todas sus cegadoras limitaciones y
toda su perdurable fuerza” (p. 180)
PR es su propio padre, se
puede permutar: “…pero si engranadas, hasta alcanzar un espeluznante grado de
permutabilidad”. (p. 225)
PR es su padre “…, durante
las horas angustiosas e inciertas que precedieron a la colocación del bypass,
estuve cerca de sentirme traspasado a
mi doliente padre, intercambiable con él ¾incluso como reverso suyo en el sacrificio¾, mientras él se atragantaba de mortalidad…” (p. 226)
Un padre que juzga siempre:
“…, al menos en mis sueños yo seguiría siendo el hijo niño de mi padre, con la
consciencia de un hijo niño, y que él seguiría vivo no sólo como padre mío,
sino como padre, en permanente juicio
de todas mis acciones” (p. 237)
ENTRE ELLOS
Cuando el padre se va,
literalmente se va, el mundo desaparece, y solo toma su rumbo cuando vuelve:
“La vida es tan festiva como uno puede imaginar. Mi padre ha vuelto a casa otra
vez” (p. 13)
Hay como un temor por lo que
el abuelo fue, y que el padre también podría ser: “Estaba también el terrible
mal genio, un tanto iracundia como estallido y arrebato, a causa de
frustraciones por las cosas que no podía hacer: insatisfacciones íntimas,
posiblemente como las que habían llevado a su joven padre a sentarse en el
escalón del porche una noche de luna del
verano de 1916, después de haber perdido la granja por culpa de unas
malas inversiones, y, desesperado, quitarse la vida con veneno.” (p. 16)
El padre es una incógnita:
“Son los años veinte. Ha venido a la ciudad desde el campo, con todas sus
virtudes campesinas. ¿Estaba nervioso en esa fotografía? ¿Entusiasmado?¿tenía
miedo a fracasar? ¿Por qué, se pregunta uno, había dejado la diminuta Atkins
(la capital mundial de los encurtidos), de donde era oriundo? Todo son
incógnitas.” (. 17) “No sé como lo veía la gente” (p. 17)
El mundo de los padres le
afecta a los hijos. “Y todo era mucho más complejo de lo que digo. No hay duda.
Lo que no sé no puede en rigor
considerarse un rasgo de su persona. De mi padre. La comprensión incompleta de
las vidas de nuestros padres no es algo que les afecte a ellos. Nos afecta solo
a nosotros” (p. 28)
[1] BDE “…del latín hered-, tema de heres, ‘heredero’ del
indoeuropeo ghero- ‘heredero’ (quizá
la idea de ‘abandonado’) de ghe- ‘soltar; ser soltado’”, (Breve
Diccionario de Etimologías de la Lengua, p. 342); TAHD “Ghe-. To release, let go; in the middle
voice) to be released, go. Contracted from *ghea-.
1. GO; AGO, FOREGO, FORGO, from old English gan,
to go, from Germanic variant form *gaian.
2. Suffixed form *ghe-ro-. HEIR;
HEREDITAMENT HEREDITY, (HERITAGE; INHERIT, from Latin heres, heir (¿< “orphan” <”berefit”)”.
[2] Patrimonio es identificada como “una historia
verdadera” y Entre ellos como “memorias”, así, entrecomillado.
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