La herencia
del padre: abandono y literatura
David Ochoa Solís
Tengo un animal
singular mitad cordero, mitad gatito.
Es una herencia de
mi padre.
Franz Kafka, “Un
cruzamiento”
El que turba su
casa heredará viento, …
Proverbios 11: 29
I
Se podría considerar que la
herencia de nuestro padre, nuestro patrimonio, es necesariamente un abandono. Herencia y orfandad provienen posiblemente de la
misma raíz.[1] De igual
origen deriva también la palabra abandonado. Heredero y abandonado tuvieron seguramente un sentido
primero que no escapaba al devenir de la vida: usualmente se hereda de quien muere;
al mismo tiempo que heredamos perdemos. ¿Qué heredamos? ¿Cuán aceptable nos
resulta la pérdida?
Las obras literarias pueden
operar como “(…) grandes organizadores de la experiencia humana” (Wilson, 2007:
777), una de ellas es la muerte del padre y la herencia ¾material y simbólica¾ que recibimos y elaboramos. Analizaré en la novela Patrimonio. Una historia verdadera de
Philip Roth, en la memoria Entre ellos,
de Richard Ford y en el relato “Un Cruzamiento” de Franz Kafka las formas como
estos textos literarios proponen un
sentido para la muerte del padre, así como para el patrimonio que heredan. Me ocuparé
también de la perspectiva que presenta Walter Benjamin en “Franz Kafka en el
décimo aniversario de su muerte” (Benjamin, 2018) sobre las obras de Kafka,
especialmente sobre el relato antes mencionado, “Un Cruzamiento”.
Patrimonio y Entre ellos narran
de diferente manera la muerte del padre. “Un cruzamiento” se ocupa solamente de
la mirada del hijo sobre lo que el padre le heredó. Los textos de Roth y Ford
son más cercanos. En la novela de Roth
el padre lucha con un tumor pretendidamente benigno que presiona el nervio
facial y el cerebro, y que eventualmente causa
su muerte. El texto memorialístico de Ford se compone de dos partes que
fueron escritas con treinta años de diferencia: la primera ¾“Su muerte. El recuerdo de mi padre”¾ sobre el su progenitor, un agente viajero que murió
en 1960 cuando Richard Ford tenía 16 años. Patrimonio
y Entre ellos son narrados en primera
persona y se utiliza en ambos el nombre del escritor como narrador.
“Un cruzamiento”, como los
textos de Roth y Ford, es un relato en
primera persona que nos sentir lo narrado como la experiencia de un individuo
identificable con el narrador. Se puede atribuir al relato la configuración de
una parábola, y consecuentemente, de una enseñanza moral.
En el relato de Franz Kafka
el padre hereda al hijo un extraño animal ¾“(...) mitad gatito, mitad cordero. Lo heredé con una
de las propiedades de mi padre” (Kafka, 2001: 94), dice el narrador¾. Primero se comportaba más como cordero, después se
equilibraron las conductas. Cuando van niños de visita se formulan preguntas
sobre el animal. Por momentos parece que el animal pide ser sacrificado, pero
como es una herencia no debe hacerlo, afirma el narrador.
II
En Patrimonio el abandono se empieza a fraguar con la transformación
del padre ante la cercanía de la muerte. El padre ya no es lo que era, Philip Roth
lo va reconociendo sin dejar de sorprenderle cómo ahora el padre no concede
atención a lo que antes le parecía relevante,
“(…) cosas que le habían entregado las personas a quien él más quería,
como muestra de su afecto” (p. 90). La muerte es el abandono consumado: el
padre muere y Philip Roth se queda solo. Y lo que más apreciaba de él es lo que
desaparece, “la supervivencia, la calidad de sobreviviente, el sobrevitalismo (sic)”[2]
(p. 125).
La herencia ¾tanto la que efectivamente recibió como la que le pudo
otorgar el padre¾
la integran el cuenco de afeitarse, el dinero que ahorró y dejó a los hijos, y
finalmente los tefelines[3].
El cuenco era un objeto que había pertenecido al abuelo, “[Y]a en 1988, lo que verdaderamente
me sorprendía del cuenco, era que mi padre no lo hubiese tirado o regalado” (p.
28). Del abuelo al padre y de este al hijo: la herencia es irrenunciable y
también inaceptable. Es como si uno no pudiera desprenderse de la herencia
paterna.
Philip Roth era ya un escritor
más que medianamente acomodado cuando su padre muere. El progenitor le comunica
que tiene ochenta mil dólares y que piensa dejarlos por partes iguales a sus
dos hijos; el novelista le dice al padre que él tiene suficiente dinero, que se
lo debe dejar al hermano. Sin embargo cuando el padre muere la herencia es como
un rechazo: “(…) me sentí repudiado, y el hecho de que mi eliminación del
testamento fuera consecuencia de una decisión mía no contribuía en nada a
suprimirme la sensación de haber sido apartado de su seno” (p. 104).
Finalmente los tefelines tampoco
se los dejan a él y ello le resulta incomprensible.
No le pregunté por qué no me los había dado a mí. No le
pregunté por qué en lugar de devolverme todas las servilletas y todos esos
manteles y salvamanteles, no me había
dado los tefelines. No los habría utilizado para rezar, pero si los habría
tratado con especial deferencia, sobre todo después de su muerte. (p. 96).
Esta parte del patrimonio no heredado
puede mirarse simultáneamente como un acto de despojo. Al negarle los tefelines simbólicamente le sustrae una
parte de la cultura.
III
El padre de Richard Ford era
un agente viajero que vuelve a casa los fines de semana; el abandono inicial del
hijo son esas ausencias cíclicas. Cuando
el padre se va, el mundo desaparece, y solo toma su rumbo cuando vuelve: “La
vida es tan festiva como uno puede imaginar. Mi padre ha vuelto a casa otra
vez” (p. 13).
Las ausencias vuelven al
padre un desconocido. Richard Ford mira una fotografía del padre cuando joven y
se pregunta: “¿Estaba nervioso en esa fotografía? ¿Entusiasmado?¿tenía miedo a
fracasar? ¿Por qué, se pregunta uno, había dejado la diminuta Atkins (la
capital mundial de los encurtidos), de donde era oriundo? Todo son incógnitas.
(…). No sé cómo lo veía la gente” (p.
17). El padre es una enigma. Comprender ese misterio es algo que lo afecta profundamente: “La
comprensión incompleta de las vidas de nuestros padres no es algo que les
afecte a ellos. Nos afecta solo a nosotros” (p. 28).
La vida del padre es como una
negación de la vida del hijo y de la madre, “Pero lo que importaba aquí
realmente, y lo que nos importaba a mi madre y a mí, era cómo percibía él la
vida y cómo la vivía” (p. 68). Cuando el
padre muere todo se altera: “Cuando mi padre murió, todo cambió…”. Su muerte es
como una segunda privación: “Mi padre, como he dicho, nunca había estado mucho
en casa a causa de su trabajo, y esta nueva ausencia -la muerte- …” (p. 111).
Pierde al padre y pierde lo que inspiraba el progenitor en él de vida.
IV
La herencia en “Un
cruzamiento”, (Kafka, 2001), como habíamos dicho anteriormente, es un animal
extraño. El relato se concentra en describir cómo es ese animal y narrar cómo
viven el hijo y el mundo alrededor, ¾a través de los ojos del primero¾, los vínculos con ese bicho. La primera línea del
relato anuncia los parámetros propuestos, “Tengo un animal singular, mitad
gatito, mitad cordero; Lo heredé con una de las propiedades de mi padre” (2001:
94).
Del gato tiene las uñas y la
cabeza. Ronronea, huye de los gatos, ataca a los corderos, su lugar favorito son
las tejas, no puede maullar, le repugnan las ratas, acecha a las gallinas y “no
ha aprovechado jamás la ocasión de matar” (p. 94). Del cordero tiene el
tamaño y la figura, corre como loco y es
difícil de alcanzar. Ya como animal crecido participa de la naturaleza de
ambos.
En domingo, cuando los niños
van de visita a la casa del narrador, se asombran delante del animal y se formulan
preguntas maravillosas, “ésas que ningún ser humano puede contestar: por qué
hay sólo un animal como ése, por que lo tengo precisamente yo, si antes que él
existió ya otro animal así y cómo será una vez muerto, si se siente muy solo,
por qué no tiene cría, cómo se llama, etcétera” (p. 95).
El hijo no sabe qué es lo que
heredó, no entiende por qué lo tiene, no conoce el nombre del animal ¾uno de los problemas es poder nombrarlo¾; si bien el animal tiene parientes políticos, no
existe ningún consanguíneo, y no es posible imaginar el futuro. El heredero confunde su identidad
con la de la herencia. Delante de problemas de negocios, y sin saber cómo
resolverlos, advierte “…con el animal en sus rodillas, casualmente que de los
larguísimos pelos de su barba goteaban lágrimas. ¿Eran mías? ¿Eran suyas? ¿Tenía
también aquel gato con alma de cordero ambición humana?” (p. 95).
El relato concluye destacando
el vínculo inalterable entre el narrador y la herencia, el papel activo que lo
heredado juega en la vida del narrador:
Tal vez el
cuchillo del carnicero fuese una liberación para este animal, pero como lo he
recibido en herencia debo negárselo. Por eso tendrá que esperar a que el
aliento le falte por sí, a pesar de que, a veces, me mire con ojos humanamente
comprensivos, que incitan a obrar comprensivamente. (p. 96).
¿Qué le heredaron? La
herencia del padre es una especie de materia maldita de la cual no se puede
desligar, es, como dice Walter Benjamin, un anatema.
V
Walter Benjamin encuentra que
el anatema que sufren ¾heredan¾ los hijos se gesta en el ámbito familiar. Max Brod
refiere una conversación con Franz Kafka en la que Brod[4]
pregunta si había esperanza fuera del mundo que conocemos, Kafka responde “Oh, bastante
esperanza, sí, una esperanza infinita solo que no para nosotros” (Benjamin,
2018: 160), y el autor de Iluminaciones
comenta:
Estas
palabras enlazan con esas excepcionales figuras kafkianas que se evaden del
seno familiar y para las cuales tal vez haya esperanza. No para los animales,
ni siquiera para esos híbridos o seres enmarañados, como el cordero-gato de “La
cruza” o el Odradek[5].
Todos ellos viven más bien en el anatema de la familia. No en balde Gregorio
Samsa se despierta convertido en bicho precisamente en la habitación familiar;
no en balde el extraño animal, medio gatito, medio cordero, es un legado de la
propiedad paternal; … (p. 160)
La ausencia de salvación se
asocia a la familia y particularmente al padre. Walter Benjamin transita del análisis
de la degradación de los funcionarios, particularmente en El castillo, a la de los padres, “Pero nunca serán más terribles que cuando surgen
de la más profunda degeneración, que no es otra que la de los padres” (p. 157).
Walter Benjamin postula en Franz Kafka una consonancia entre el mundo de
los funcionarios y el de los padres: “Son muchos los indicios que demuestran
que, para Kafka, el mundo de los funcionarios y el de los padres son en
realidad idénticos” (2018: 157) y la mugre es el elemento vital del
funcionario, concluye así mismo el autor de Iluminaciones.
A la posadera
de El castillo[6] «le resultaba totalmente incomprensible
por qué tenía que haber ese ajetreo de interesados y funcionarios. “¡Pues para
poder ensuciar las escaleras!”, le había contestado una vez uno de los
funcionarios, probablemente furioso. Pero a ella esta respuesta le pareció de lo más convincente». Hasta tal
punto es la suciedad atributo de los funcionarios que casi podría
considerárselos como unos inmensos parásitos. (2018: 157).
Walter Benjamin recupera la
“arcaica relación padre-hijo” para destacar el poder que el padre tiene sobre
su vástago. El hijo violó las reglas del paraíso y vivirá eternamente en pecado: “El padre sancionador
es asimismo el padre acusador y el pecado del que acusa al hijo vendría a ser
una especie de pecado hereditario” (p. 158).
VI
Heredamos, a la muerte del
padre, algo que no esperábamos, ni queríamos. Y no sabemos qué es, ni para qué
habrá de servirnos. La herencia puede constituirse en una prueba de rechazo y
también en una maldición. La maldición consiste en que habremos de repetir el
mismo ciclo.
La muerte del padre genera
abandono y revela que el padre fue un desconocido y que, paradójicamente, el
hijo es ahora el padre. A nuestra muerte heredaremos tempestades pues quizá, o
inevitablemente, sembramos vientos.
La literatura puede hacernos
sensibles y advertirnos sobre las vicisitudes del futuro. También permite
explicarnos el pasado. Mostrarnos cómo han vivido o pueden vivir otros seres
humanos. El mundo inabarcable de la literatura proporciona, por supuesto, otras
lejanías.
BIBLIOGRAFÍA
Benjamin, W. (2018). Iluminaciones. Madrid: Taurus.
Ford, R. (2017). Entre ellos. Barcelona: Anagrama.
Gómez de Silva, G. (2016). Breve diccionario etimológico de la lengua española. México: Fondo de
Cultura Económica.
Kafka, F. (2001). La muralla china. Cuentos, relatos y otros
escritos. Madrid: Alianza Editorial.
Roth, P. (1991). Patrimony. A True Story. New York: Simon
& Schuster.
_____ . (2019). Patrimonio. Una historia verdadera.
Barcelona: Debolsillo.
The American Heritage Dictionary of the English Language. Boston: Houghton Mifflin Company. (1996).
Wilson, E. (2007). Edmund Wilson. Literary Essays and Reviews
of the 1930S & 1940S. New York: The Library of America.
[1] Heredar “…del latín hered-,
tema de heres, ‘heredero’ del indoeuropeo ghero- ‘heredero’ (quizá la idea de ‘abandonado’) de ghe-
‘soltar; ser soltado’”, (Breve
Diccionario de Etimologías de la lengua española, p. 342).
Ghe-. To release, let
go; (in the middle voice) to be released, go. Contracted from *ghea-. 1. GO; AGO, FOREGO, FORGO, from old English gan, to go, from Germanic variant form *gaian. 2. Suffixed form
*ghe-ro-. HEIR; HEREDITAMENT
HEREDITY, (HERITAGE; INHERIT, from Latin heres,
heir (¿< “orphan” <”berefit”)”. (The
American Heritage Dictionary of the English Language (TAHD) (p. 2104)
[2] En inglés las palabras usadas por Philip Roth son “survivorship,
survivorhood, survivalism” (Roth, 1991: 125) que tienen un significado
idéntico, sobrevivencia.
[3] La palabra “tefelin" no se registra
en el Diccionario de la Lengua Española,
tampoco en el Diccionario de uso del
español de María Moliner. En inglés tefillin
se define como “The phylacteries worn by
Jewish men” (TAHD, p. 1844) , y “phylacteries”, en su primera acepción, como
“Either of two small boxes, each containing strips of parchement inscribedb
with quotations from the Hebrew
Scriptures”. (TAHD, p.1366)
[4] La conversación citada es referida
por Benjamin en “Franz Kafka en el décimo aniversario de su muerte”. Brod fue
compañero de la niñez de Kafka y fueron amigos hasta la muerte de este último.
Se debe a Brod el rescate y publicación de buena parte de la obra de Kafka.
[5] Odradek es una criatura imaginaria
que aparece en el cuento “La preocupación del padre de familia”, también de la
autoría de Franz Kafka.
[6] El castillo
es una novela de Franz Kafka en la que un personaje, simplemente llamado K,
lucha incansablemente con una autoridad inescrutable por tener acceso al
castillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario